El Secreto de los Incas

Título: El Secreto de los Incas
Director: 
Roel Oostra
Productora: Cresset Comunications
Duración: 51 min
Año: 2004
Episodio de la serie documental Misterios del Pasado de la revista Año Cero.

El Secreto de los Incas

Documental «El Secreto de los Incas»

Al inicio de este documental, basado en el libro El Secreto de los incas, de William Sullivan, que además es el presentador, se preguntan cómo fue posible que poco más de 170 conquistadores españoles pudieran reducir a los incas, feroces guerreros y maestros en la construcción, cuyo imperio fue el más extenso del planeta y que constaba de más de 7 millones de habitantes.

Los incas eran una de las muchas tribus habitantes de los Andes y se hicieron con el poder creando un descomunal imperio y consiguiendo que éste prosperara más que nunca, aunque por muy poco tiempo.

Como la mayoría de los «pueblos», sino todos, del pasado, tuvieron elevados conocimientos en astronomía, lo que en este caso, junto a las profecías, que en su mayor parte venían de las estrellas, podría explicar el porqué un imperio como éste cayó en manos de los españoles.

Cada tribu poseía un lugar propio que se llamaba Pacarina, que podía ser una fuente, una cueva o una colina, de la cual habían emergido los ancestros de cada tribu llegados desde el lago Titicaca y enviados por el dios Viracocha para poblar los Andes. Pacarina significaba «el lugar del amanecer», como una especie de portal a las estrellas, y servía para delimitar el territorio de cada tribu, de tal modo que cada una tenía el suyo y no molestaba al resto.

Viracocha era el principal mito de la civilización andina. La tradición sitúa su llegada al lago Titicaca, de donde salió para crear la Tierra, el Sol, la Luna, las estrellas, todas las tribus de los Andes y fue el que les enseñó a vivir en armonía y respecto tanto entre los hombres, como con los muertos y con la naturaleza.

El significado de la palabra Viracocha es «plano inclinado del mar celestial», y se refería  en realidad la trayectoria descrita por el ecuador del sol respecto al plano del ecuador terrestre, conocimiento que era la clave para entender la precesión de los equinoccios y el movimiento de las estrellas.

El rostro de Viracocha se puede distinguir tallado en la roca de una montaña del Valle Sagrado. Y no es la única imagen que aparenta estar tallada en las rocas de una montaña: por encima de la ciudad de Urubamba aparece en la roca la forma de un cóndor que según los habitantes de la zona salía en el solsticio emprendiendo el vuelo hacia le sol con el fin de llevar a los espíritus a la Vía Láctea, y es sólo otro ejemplo.

La élite, que eran los sacerdotes y los nobles, se reunían el 21 de junio, el día de solsticio de invierno en el hemisferio sur y el único día en el que se daba este evento, para observar la cara de un puma que aparecía gracias a los juegos de sombras de unas rocas hasta que los españoles le cortaron la cabeza. El 21 de diciembre, el solsticio de verano, las luces lo cortaban exactamente por la mitad.

Rostro de Viracocha

Con un poco de imaginación podemos ver en el centro de la imagen el perfil del rostro de Viracocha.

Para los incas la Vía Láctea y los días de solsticio eran muy importantes. Pensaban que estos días eran puentes que conectaban el mundo celeste con el terrestre. El solsticio del 21 de junio el Sol salía en la Vía Láctea y establecía un puente hacia la tierra de los dioses. El solsticio del 21 de diciembre, en cambio, el Sol abría las puertas de los antepasados permitiendo que los vivos consultasen a los muertos. Si estos puentes estaban abiertos significaba un buen augurio y de lo contrario significaba que llegaban desgracias.

Se recuerda en el documental que para los egipcios, por ejemplo, el Nilo era como una imagen terrestre –un réplica- de la Vía Láctea y que construyeron las pirámides como un reflejo de Orión, la constelación del dios Osiris, y de la misma manera los incas veían su Valle Sagrado, como una réplica de la Vía Láctea, y utilizaron la naturaleza para configurar constelaciones en él.

Siguiendo con las pirámides, también aparece en pantalla el investigador peruano Fernando Elorrieta, que descubrió en el valle, que es iluminado en ambos solsticios, una pirámide con una base 28 veces más grande que la Gran Pirámide de Gizeh, que fue diseñada para permanecer invisible ya que sólo puede verse desde la altura de las montañas que la rodean y cuyas líneas marcan los solsticios y equinoccios. El investigador explica que los incas creaban o diseñaban testimonios que vincularan al hombre con el cosmos.

Volviendo de nuevo al cielo y a la Vía Láctea, se explica que en el mito occidental el cazador celestial Orión se enfrenta a la constelación de Tauro, cuyo omóplato está formado por las 7 estrellas que forman la constelación de las Pléyades, que desaparece durante 1 mes, hecho que como veremos fue de suma importancia para los andinos. Actualmente, cada año, más de 10.000 personas van a recoger agua bendita a la montaña sagrada de Qoyllur Riti y a celebrar el ritual sagrado de la reaparición de las Pléyadas.

Otra montaña sagrada es la montaña Vilcacoto, que simboliza el solsticio de invierno y que tuvo su gran papel en un mito de inundación y diluvio que nos puede recordar algún otro. En esta historia, una llama le habló a un pastor diciéndole que llevara a los animales a la cima de dicha montaña, señalando a las Pléyades, que se elevaban sobre la montaña, ya que en 5 días habría una inundación. Cuando llegaron arriba el pastor, su familia y la llama, el pastor se dio cuenta que todos los animales se encontraban en la cima del monte. Cuando el agua empezó a tomar altura y llegó arriba, el zorro resbaló y se mojó la cola, motivo por el que la cola del zorro es negra. Curioso.

Más muestras de la relación entre los pueblos andinos y «las cosas de los cielos» es el conocimiento que éstos tenían de los planetas del sistema solar, cuyas características eran muy parecidas a los de los dioses planetarios griegos y romanos. A modo de ejemplo:

– Ch’aska Cuyllor, la bella mujer de pelo rizado, era Venus.
– Hauch’a, el dios del tiempo, la justicia y la recompensa, era Saturno.
– Auqayuq, el dios de la guerra, era Marte.
– Qhatu Illa, el mensajero, era el Hermes griego o el Mercurio romano.
– Phirwa o Pirua, de donde viene el nombre de Perú, era el rey, el dios supremo, que sería Júpiter (a Manco Capac, el 1er inca y el que introdujo la vida civilizada, lo asociaron también con Júpiter).

Luego estaba Viracocha, que equivalía a Saturno, el padre del tiempo, conocido de esta manera ya que el período de este planeta entorno al Sol es más largo que el del resto de planetas.

Cuzco con forma de puma

La forma de puma de la ciudad de Cuzco. La cabeza es la fortaleza de Sacsayhuaman y el resto del cuerpo la ciudad en sí.

También tenían, como en la actualidad, las 12 eras, o signos del zodiaco, a través de las cuales «viajamos» con la precesión, que dura aproximadamente 26.000 años. Y como también nos sucede actualmente, el número 12 tenía su importancia: los campesinos incas situaban estas 12 casas en el cielo (zodiaco que constaba de animales como la llama, el cóndor, la perdiz, el sapo, la serpiente, el zorro…) y 12 templos, dedicados a cada uno de los 12 linajes reales incas.

Los incas sabían bien (cosa que nosotros hemos sabido de manera relativamente reciente) que cada 20 años Saturno y Júpiter se unían (se producía una conjunción) y que cada 40 uniones, 800 años, ambos planetas volvían a estar en su lugar de partida para empezar de nuevo el ciclo. Y el número 40, también importante, se encontraba en la cultura inca en las 40 danzas que los sacerdotes realizaban, en las unidades de 40 mediante las cuales se contaban las tribus o en su número sagrado 40, que era la base de su sistema de contabilidad en el que utilizaban los quipu.

Unido a todo esto estaba algo muy importante para los pueblos andinos y que, de nuevo, se repite en otras tantas culturas: el fin de una era o época, que ellos llamaban pachacuti y que podían reconocerlo en las estrellas, cosa que en la actualidad se puede corroborar gracias a la tecnología, a los programas informáticos que permiten ver qué se veía en el cielo de cualquier parte del mundo en cualquier año y que se usaron, por ejemplo, para determinar la alineación de las pirámides de Gizeh con el cinturón de Orión allá por el 10.500 aC.

Las Pléyades reaparecieron en el cielo en el amanecer justo un mes antes del solsticio de junio 650 dC y la Vía Láctea no estaba ya en el horizonte cuando salía el sol, lo que significaba que la puerta a la tierra de los dioses se había cerrado. También ese año, en el solsticio de diciembre, la cola de la casa zodiacal del zorro se encontraba por debajo del horizonte, lo que explicaría el por qué de la cola negra del zorro que hemos visto en el mito andino del diluvio y el que ese fuera el año de la inundación.

Y fue ese año, en el 650 dC, después de siglos de vivir en paz, que estalló una guerra a gran escala con el fin de gobernar los Andes. Los señores militares de Huari se fueron haciendo con el control y obligaron a los campesinos a que construyeran numerosas barracas a modo de campos de concentración donde los funcionarios vigilaban el trabajo forzado, recaudaban impuestos y controlaban la producción de objetos de lujo.

Constelaciones del zorro y de la llama

A la izquierda, en el 650 d.C, la constelación del zorro se moja la cola, la tiene bajo el horizonte. A la derecha, 800 años después, le toca el turno a la llama

Desde entonces en las tierras altas de los Andes hubo batallas entre tribus y entre distintos valles y surgió una nueva élite, la de los guerreros, cuyo fin era someter a los campesinos para poder perpetuar las guerras a sus expensas y obtener cada vez más poder.

Los mitos cuentan que Viracocha, lleno de pena, abandonó este mundo y empezó entonces una época de tiranía y guerras que seguirían durante 800 años después (acordémonos de los 800 años que tardan Júpiter y Saturno en conjuntarse, marcando un fin y un inicio) en la que los que no estaban de acuerdo con los mandamases acabarían asesinados en rituales sangrientos.

Llegamos al año 1440, año en el que se sitúa el origen del imperio inca como tal, menos de 90 años de que llegaran los españoles. Viracocha había dado hacía tiempo su apoyo a los incas para que preservaran sus derechos de gobernar, pero este imperio nació bajo la sombra de una profecía, ya que desde el principio sabían, por los ciclos descritos anteriormente, que les quedaba poco tiempo de existencia.

El rey de ese entonces, Viracocha Inca, avisó a su hijo que en 5 generaciones la totalidad de los Andes sería destruida, pero el príncipe no le hizo caso y apartó a su padre y se hizo con el mando. Decidió no aceptar la derrota y crear un reino cuya misión fuera salvar de la extinción a la civilización andina. A este imperio le llamaron El imperio del Sol.

El nuevo rey asumió el poder con el nombre de Inca Pachacuti, o Pachacútec, el que derriba el mundo. Él y sus 4 sucesores iniciaron un curso de expansión, conquistaron un imperio con una extensión similar a la que hay entre Canadá y el Caribe, o desde Islandia al Sahara, en sólo 80 años. Abolieron el canibalismo y la explotación de los campesinos por parte de la clase guerrera e instauraron la paz después de 8 siglos de guerras continuas.

Cada tribu conquistada trabajaba por el bien común, el dinero era desconocido y la propiedad privada estaba limitada. Se centraron las energías en la construcción de terrazas, carreteras y sistemas de riego, tan importantes para el desarrollo de su civilización.

También construyeron refrigeradores naturales perforados en la roca, con hasta 20 grados menos que en el exterior, donde guardaban alimentos que el viento refrescaba y secaba, y tenían almacenes de alimentos en todas partes, lo que permitía que éstos pudieran ser llevados a cualquier parte en pocos días a través de las vías de comunicación que desarrollaron y por las cuales corrían los chasqui.

Terrazas en el Valle Sagrado

Típico sistema de terrazas, en este caso en el Valle Sagrado, donde los incas cultivaban. Eran conocidas como «andenes».

Desarrollaron mejores tipos de cultivo, como por ejemplo adaptar las plantas alimenticias de altitudes más bajas a las tierras más altas, subiéndolas cada año de altura para que se adaptaran a la altitud.

Querían restaurar la magnificencia perdida de los tiempos de Viracocha y Pachacuti, en realidad, seguía combatiendo pero contra el tiempo, por que sabía que los astros determinaban el tiempo que les quedaba en la Tierra, algo parecido a lo que les sucediera a los aztecas, que también sabían de antemano que se les acercaba el fin, y pensó que quizás con sus acciones en la Tierra podría cambiar el destino de su mundo.

Pachacuti convirtió la ciudad de Cuzco, a 3000 m de altura, en el ombligo de la tierra y al Sol como centro de la religión. El Coricancha, el templo del sol de Pachacuti, en el centro de la ciudad, estaba revestido en oro y servía como observatorio de equinoccios, solsticios y eclipses. De él salían 40 rayos llamados ceques que señalaban al horizonte, donde había santuarios naturales y cada tribu era responsable del mantenimiento de cada uno de ellos. A estos santuarios se les conocía como intihuatanas, «para amarrar el sol», y se utilizaron para ligar la religión del Sol a todas las tribus. .

Pachacuti se convirtió en soberano de todos en el solsticio de diciembre, el día en que el puente hacia los antepasados estaba abierto, día en que se sacrificaron 10.000 llamas en todo el imperio y cuya sangre fue bendecida y posteriormente colocada en pequeños cuencos de cerámica que serían arrojados en la cima de colinas y montañas de todo el imperio

Las tribus enviaban delegaciones con 2 niños inmaculados, algunos de los cuales fueron sacrificados en el Coricancha en lo que se conocía como el Capac Cocha, «la súplica del rey», y luego regresaban a su tierra natal con los niños supervivientes. Se creía que los que se habían sacrificado viajaban a las estrellas y que hacían de emisarios de la humanidad, ya que según ellos el creador, Viracocha, había abandonado a su creación.

En 1450 Saturno y Júpiter se conjuntaron de nuevo como había sucedido 800 años antes, en el 650, lo cual significaba el inicio del colapso del mundo conocido o el fin de esa era. No sólo eso; si anteriormente era la cola del zorro la que se quedaba por debajo del horizonte, ahora le tocaba a la llama, otro de los animales del zodiaco andino, y, además, el puente que llevaba a los antepasados se cerraba de nuevo. Todo pintaba muy mal.

El 5º gran inca, el último de ellos en gobernar, Huayna Capac, yacía enfermo de algo desconocido; la causa era la viruela que los europeos trajeron al nuevo mundo. Sus últimas palabras fueron: «entonces voy a ser el último. La guerra está perdida»

La viruela mataría a la mitad de la población. La corriente del Niño azotó el país y destruyó las tierras costeras y estalló una guerra civil entre los aspirantes a reinar. Después de todas estas desdichas, y con Atahualpa al mando, fue cuando llegaron 175 conquistadores españoles, en 1532, confirmando, por si quedaban dudas, la validez de la profecía que auguraba el fin del mayor imperio sobre la faz de la tierra.

Imperio Inca

Extensión del Imperio Inca. En rojo, por si no queda claro.

Los incas que sobrevivieron a las penurias que habían sufrido antes de la llegada de los españoles defendieron Cuzco, y su imperio, desde la enorme fortaleza que se encuentra al norte de la ciudad, Sacsayhuaman, que vista desde el cielo tiene la forma de la cabeza de un puma, con la ciudad debajo que forma el resto del cuerpo del animal, algo parecido, por ejemplo, a lo que sucede con las líneas de Nazca, el desierto más seco del mundo, que sólo son visibles y comprensibles desde el cielo.

Pero no sirvió de nada. Los conquistadores acabaron venciendo, destrozaron por completo la ciudad, torturaron, mutilaron, quemaron, desmembraron y mataron a los chamanes andinos y, después de arrancar todo el oro que cubría las paredes del templo del sol, el corazón del imperio inca, y de destrozarlo, construyeron encima un monasterio dominico que sigue en pie a día de hoy.

Mucho de lo que sabemos de los incas es gracias a los cronistas españoles, ya que los incas no habían desarrollado la escritura, y uno de los que más información nos aportó fue Martín de Murua, un sacerdote que escribió una crónica de los incas y cuya importancia está en que la redactó según la perspectiva de los indios, la de los vencidos, no la de los vencedores, como suele suceder.

De nuevo tenemos a unos conquistadores sangrientos y despiadados, aunque tampoco algunas tribus andinas se salvarían de la pira. Es una pena que Pachamama, nombre que recibe la Madre Tierra para los pueblos andinos, no tenga la capacidad de tragarse personas y hacerlas desaparecer por siempre jamás, por que nos (se) haría un gran favor a todos.

De cualquier modo, apartando por un momento el gen belicoso que llevamos todos dentro, queda claro que las culturas andinas precolombinas tenían vastos conocimientos en astronomía, entre otras materias que se han mencionado de pasada en este documental, conocimientos que me gustaría que alguien me explicara de qué manera humana los obtuvieron.

En realidad no es necesario que nadie responda; estoy convencido de que no era muy humana la manera.

Publicado el 07/05/2012 en Docus. Añade a favoritos el enlace permanente. 4 comentarios.

  1. Muchisimas gracias ´por compartir!!

  2. Julio Machado

    La manera de alimentarse con la energía solar fue la que dio a los Shamanes Andinos tanto conocimiento y sabiduría para desarrollar una cultura tan rica y diversa .

  3. la profunda mentalidad religiosa sumanda con la contemplación de la naturaleza, lo cual inspiraba un respeto supremo, fueron una de las principales causas de esta sabiduría andina..

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